La fibromialgia es una enfermedad crónica que afecta tanto física como psíquicamente. En un artículo anterior, comentábamos los síntomas físicos que suelen estar asociados con la fibromialgia. Hoy vamos a tratar sobre los síntomas psicológicos, tanto los relacionados con la propia dolencia como las emociones que suelen aparecer a lo largo del desarrollo de la fibromialgia.
A los síntomas físicos de la fibromialgia se asocian también síntomas psicológicos
Síntomas psicológicos
La fibromialgia puede dividirse en etapas. Inicialmente, los síntomas son menos numerosos y más leves, por lo que pueden confundirse con cansancio o períodos de estrés. A menudo, aparecen durante unas horas o unos días y luego desaparecen.
Según van transcurriendo los meses, los primeros síntomas empiezan a prolongarse, a hacerse constantes y a agravarse. Entre los síntomas iniciales, los más comunes son la fatiga crónica, el dolor muscular generalizado y la falta de descanso debida al insomnio o a microdespertares.
La fibromialgia afecta al sistema nervioso tanto como a nuestra estructura musculo-esquelética. Entre los síntomas psicológicos, es muy habitual que el paciente tenga problemas de memoria –lagunas-, depresión y ansiedad o trastornos del sueño.
- Ansiedad, depresión y pánico
Estos estados pueden tener su origen tanto en el dolor crónico padecido por el paciente como por la sensación de frustración que nos puede invadir cuando padecemos un mal y nadie parece poder ponerle nombre o dar con el tratamiento adecuado.
- Lagunas de memoria, despistes y pérdida de concentración
Los problemas de memoria aparecen asociados con el dolor físico ya que éste incide en la actividad cerebral. Entre otros, los pacientes de fibromialgia se encuentran con dificultades para retener datos y para recuperar los ya aprendidos; se sienten incapaces de realizar más de una tarea a la vez; tardan en reaccionar ante preguntas para las que precisan de conocimientos ya adquiridos.
- Trastornos del sueño
Los trastornos del sueño pueden ser incluidos tanto entre los síntomas físicos como entre los psicológicos. Como comentábamos más arriba, los pacientes que padecen fibromialgia tienden a descansar mal, tienen problemas de insomnio, se levantan con la sensación de haber dormido poco profundamente –tienen el sueño más ligero de lo normal- o sufren de microdespertares a lo largo de la noche.
Origen de la fibromialgia relacionado con problemas psicosociales
Aunque aún se desconocen los posibles orígenes de la fibromialgia, hay varios estudios que sitúan ciertos casos dentro del ambiente psicosocial del paciente. Se han diagnosticado casos de esta enfermedad crónica en personas que sufrían dificultades económicas, problemas en el entorno social o familiar y en el ámbito laboral.
También hay casos cuyo origen se puede encontrar en situaciones emocionalmente traumáticas o violentas, sobre todo si éstas se han producido durante la infancia, antes de la edad adulta.
La actitud hacia la fibromialgia
La actitud que tengamos frente a esta enfermedad crónica va a ser fundamental para mejorar nuestra calidad de vida. Antes del diagnóstico, es fácil achacar los síntomas a otras dolencias y patologías. Es muy común que aparezca un sentimiento de incomprensión, tanto por parte de la persona afectada como de su entorno.
El paciente no entiende de dónde proviene ese dolor muscular que le deja baldado mientras que, muchas veces, ni su familia ni sus amigos consiguen ponerse en su piel y creen que está exagerando.
El diagnóstico de la fibromialgia ayuda a entender mejor esta enfermedad y sus síntomas
Hasta que no hay un diagnóstico firme y se empieza a comprender lo que implica la fibromialgia, es difícil entender esta enfermedad. De ahí que sea fundamental que las personas que rodean al paciente que padece fibromialgia sean comprensivas y entiendan lo que implica esta enfermedad crónica.
Muchos pacientes pasan por diferentes fases psíquicas, empezando por la negación, cayendo, a veces, en la depresión, y, finalmente, acercándose a la recuperación, en la medida de lo posible, del ritmo de vida habitual y de la alegría de vivir.
El tratamiento de la fibromialgia debe de ser multidisciplinar: ejercicio, fisioterapia, alimentación adecuada y apoyo psicológico trabajarán de la mano para conseguir la deseada mejoría.
En el plano psicológico, para llegar a la recuperación hay que superar un escollo y alimentar a un aliado: nunca debemos culparnos a nosotros mismos (no somos los causantes de la enfermedad) y tenemos que fomentar nuestra autoestima lo máximo posible.