A la fibromialgia se la suele llamar la enfermedad invisible. Se desconocen sus causas, muchos de sus síntomas son comunes a otras dolencias y se deja sentir por brotes. Sus inicios suelen enmascararse tras el velo de fases de estrés elevado o de períodos de grandes esfuerzos físicos que pueden ser los causantes de la sensación de fatiga generalizada. En este artículo te ayudamos a detectar las distintas fases de la fibromialgia.
Reconocer la fibromialgia no es sencillo. Hasta hace poco, la escasa información que estaba disponible sobre este trastorno hacía que fuera difícil incluso su diagnóstico por parte de los profesionales de la medicina. Hoy es un poco más fácil pero aún queda mucho camino por recorrer. Este artículo pretende mostrar las distintas fases de la fibromialgia en el plano físico.
¿Cómo se desarrollan las fases de la fibromialgia?
En primer lugar, es importante conocer cómo evoluciona la enfermedad, cómo se siente un paciente de fibromialgia cuando su cuerpo nota los primeros síntomas y de qué manera progresan.
- A los primeros síntomas se les suele quitar importancia ya que coinciden con lo que podemos llamar un período de estrés o de cansancio “normal”. El malestar y la fatiga aparecen y desaparecen; tendemos a pensar que responden a nuestro ritmo vital o a las circunstancias particulares del momento.
- Poco a poco, nos acostumbramos al dolor y la fatiga, aunque van en aumento. Es posible que empecemos a automedicarnos, como a menudo hacemos cuando nos duele la cabeza o cogemos un constipado. Un antiinflamatorio nos alivia, al menos durante unas horas.
- Pasan los meses y cada vez nos sentimos peor. Los síntomas iniciales se perpetúan y es probable que aparezcan otros: ansiedad, depresión, lagunas de memoria, falta de atención, cambios de humor bruscos, problemas de sueño, hormigueos musculares…
Probablemente, a estas alturas, hayamos decidido que “algo nos pasa” y hayamos buscado el consejo de algún médico. Muchos pacientes de fibromialgia se encuentran con que los propios médicos son incapaces de llegar a un diagnóstico certero. El especialista que mejor podrá detectar esta enfermedad crónica es el reumatólogo ya que se trata de un trastorno musculo-esquelético -la OMS lo define como “reumatismo no articular”-.
- Si el diagnóstico es fallido o no tomamos las medidas adecuadas para frenar, en la medida de lo posible, el desarrollo de la fibromialgia, la enfermedad seguirá avanzando. Llegará un momento, tras años de malestar generalizado y dolores musculares constantes, en el que no podremos continuar con nuestra vida cotidiana.
- Es fundamental comenzar a tratar la enfermedad lo antes posible para no llegar hasta la fase final. Algunos pacientes se ven obligados a abandonar sus rutinas cotidianas y sus puestos de trabajo porque apenas se pueden mover de la cama. La depresión y la incomprensión llegan de la mano. Como no sabemos lo que nos sucede, caemos en la tristeza y la angustia, al mismo tiempo que las personas que nos rodean se sienten impotentes o rechazan un mal que no comprenden.
Tratamiento multidisciplinar de la fibromialgia
Aunque la fibromialgia es una enfermedad crónica, esto no significa que sus síntomas no se puedan tratar y aliviar para conseguir una mejor calidad de vida. El tratamiento ha de ser multidisciplinar porque, como hemos visto, afecta tanto a los músculos como a la calidad del sueño, a la memoria y a los estados de ánimo.
Desterrar la vida sedentaria, hacer ejercicio físico, fortalecer los músculos y cuidar nuestra dieta son puntos clave para reducir los síntomas y el malestar. Incluir en nuestras recetas de cocina alimentos con propiedades antiinflamatorias mejorará mucho nuestro bienestar.
La fisioterapia, los estiramientos musculares, la electroterapia y el drenaje linfático son algunos de los tratamientos físicos más adecuados para disminuir la inflamación y mejorar el tono muscular.
Y, sobre todo, contra la fibromialgia hay que mantener viva la esperanza y la ilusión por lo bueno que nos traerá el día siguiente.