Es es una de las enfermedades crónicas degenerativas más comunes. Algunas de las causas de la artrosis son la edad, la vida sedentaria, el sobrepeso y una dieta inadecuada (rica en alimentos ácidos y no alcalinos).
En España, unos 7 millones de personas la padecen, en su mayoría mayores de 50 años y mujeres. Pese a que esta cifra es muy elevada, no debemos pensar que la artrosis es inevitable o que tenemos que resignarnos a vivir con el dolor. Hay formas de prevenirla y tratamientos adecuados para reducir tanto la rigidez muscular como el dolor.
En este artículo vamos a tratar, por un lado, de ofreceros algunos consejos para retardar o evitar la aparición de la artrosis. Por otro, si ya la padecemos, vamos a ver qué tratamientos fisioterapéuticos y qué ejercicios son los más adecuados para que nuestra calidad de vida no se vea mermada por esta enfermedad.
Entendiendo las causas de la artrosis
Para prevenirla, es importante conocer porqué se produce la artrosis. Aunque existen casos de artrosis de origen genético, éstos no son los más comunes. En la mayoría de las personas, la artrosis aparece a partir de los 50 o 60 años, por desgaste de los cartílagos y de las articulaciones.
En el caso de las mujeres, las más afectadas por esta enfermedad, sus primeros síntomas suelen aparecer con la menopausia, debido a la reducción del número de estrógenos, fundamentalmente.
Aunque se pueden confundir, dado que coinciden ciertos síntomas, hay que diferenciar entre artritis reumatoide y artrosis. La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a las articulaciones; es autoinmune y, al contrario que en el caso de la artrosis, el dolor empeora con el reposo. Es más común en la franja de edad entre los 20 y los 40 años.
Las causas más habituales de la artrosis están interrelacionadas, podemos decir que se retroalimentan, formando un círculo:
La vida sedentaria y la escasa práctica de deporte o ejercicio llevan, a menudo, al sobrepeso, a la falta de tono muscular y a la pérdida de elasticidad. Si a estas cuatro causas les sumamos la degeneración de los cartílagos a medida que vamos cumpliendo años y, en el caso de las mujeres, la reducción de estrógenos y colágeno durante la menopausia, al final de la cadena solemos encontrarnos con que la artrosis ha afectado a alguna articulación: la rodilla, las manos, la cadera o la columna, generalmente.
Por otra parte, la alimentación es fundamental para prevenir la artrosis. Una dieta rica en alimentos ácidos -los procesados, como la harina o el azúcar blanco, por ejemplo- provoca que nuestro organismo aumente el consumo de minerales alcalinos. Si nuestro pH se acidifica, los tejidos que conforman nuestro cuerpo se inflaman.
Como vemos, la artrosis tiene algunos aliados a los que podemos combatir. Es aconsejable mantener un buen tono muscular haciendo ejercicio con frecuencia, evitar el sobrepeso y comer alimentos alcalinos, como las verduras de hoja verde, la fruta y las legumbres.
Primeros síntomas de la artrosis
La detección precoz de la artrosis es muy importante porque, cuanto antes empecemos a tratarla, mejores resultados obtendremos. Las enfermedades crónicas degenerativas pueden avanzar con mucha rapidez o, si ponemos los medios, hacerlo de forma muy lenta.
En el caso de la artrosis, los síntomas iniciales suelen ser la rigidez articular intermitente -desaparece con el ejercicio- y el dolor, que empeora con el movimiento y se alivia con el reposo. La inflamación visible suele ser menos común y, al contrario que en el caso de la artritis, no produce otros síntomas generales como malestar, falta de apetito o cansancio.
Artrosis y fisioterapia
La fisioterapia cuenta con varias técnicas especialmente recomendadas para el tratamiento de la artrosis. El masaje manual busca reducir la rigidez de las articulaciones, aumentar el tono muscular y la elasticidad de nuestras articulaciones.
La osteopatía estructural ayuda tanto a prevenir como a tratar la artrosis. Esta especialidad se centra en reequilibrar las tensiones y cargas que soportan nuestras articulaciones para, de esta manera, evitar desequilibrios estructurales que puedan llevar a acelerar el proceso degenerativo de nuestros cartílagos, músculos y tendones.
El drenaje linfático libera la linfa estancada, colabora en la eliminación de toxinas y mejora la circulación de la sangre. Es un tratamiento que se centra en las partes blandas de nuestros tejidos, consiguiendo reducir las inflamaciones y la presión que éstos soportan.
El ejercicio y el movimiento son dos aliados para mantener a raya la artrosis. Aunque nos cueste un poco hacerlo, ya que inicialmente mover la articulación afectada es doloroso, debemos intentar hacer algo de ejercicio cada día: estiramientos para mejorar la elasticidad, caminar durante media hora o una hora diaria o nadar.
Para aquellas personas que padezcan artrosis de cadera o de rodilla, es muy interesante el aquagym o gimnasia acuática. Sumergido hasta la cintura en el agua, nuestro cuerpo pesa mucho menos y es más sencillo y menos doloroso mover las articulaciones afectadas.