El dolor de espalda es mucho más común de lo que, en principio, pudiéramos pensar; sólo está por detrás de los catarros como la causa principal que nos lleva a la consulta del médico.
Aunque hay casos graves que difícilmente pueden evitar la cirugía, en la mayoría el dolor de espalda se puede tratar con técnicas adecuadas, ejercicio y un cambio en nuestros hábitos posturales. Y, lo que es más importante, es posible prevenir esta dolencia evitando posturas y costumbres cotidianas que no le están haciendo ningún bien a nuestra espalda.
El dolor de espalda está relacionado con pequeños hábitos cotidianos que podemos evitar prestando un poco de atención
Tantas horas sentados
Otro dato que puede parecer sorprendente: nuestra columna vertebral soporta un 40% más de tensión y presión cuando estamos sentados que cuando estamos de pie.
Si pasamos muchas horas sentados debido a nuestro trabajo, probablemente descuidemos la mayor parte del tiempo la postura. Esto puede generar dolor de espalda, sobre todo en la región lumbar y en las cervicales.
Algunos buenos hábitos para evitar acumular tensión en la espalda cuando estamos sentados son:
- Apoyar la espalda en el respaldo de la silla y mantener la cabeza recta, sin inclinarla hacia delante.
- Dibujar un ángulo de 135 grados. De vez en cuando, debemos aprovechar para echarnos hacia atrás más allá del ángulo recto para dejar descansar la región lumbar.
- Levantarnos cada media hora o cada hora, simplemente para ir al baño, rellenar la botella de agua o estirar las piernas y la columna. También podemos aprovechar las conversaciones telefónicas para dejar el asiento.
Al volante
Si somos de los que pasamos muchas horas al volante o tenemos un camino largo de casa al trabajo, también tenemos que tener en cuenta que, al volante, la postura debe de ser adecuada para que la espalda no se cargue.
Conducir con el cuerpo sobre el volante y la cabeza más cerca de la luna que del reposacabezas del asiento genera tensión y puede terminar produciendo dolores de cuello y espalda.
Lo ideal es sentarse formando un ángulo recto, la espalda apoyada en el respaldo y lo suficientemente cerca del volante y los pedales para no tener que mantener los brazos y las piernas totalmente estirados.
Estrés, ¡otra vez haciendo de las suyas!
Aparece muy a menudo en relación con problemas físicos de todo tipo, desde dolores musculares hasta insomnio, malas digestiones o caída del cabello. Lo difícil es deshacerse de él o minimizar sus consecuencias.
- En la medida de lo posible, intenta no realizar varias cosas a la vez e ir dejando la mayoría a medias. La sensación de que está todo por hacer es muy estresante.
- Evita ir corriendo siempre a todas partes: puedes hacerlo saliendo un poco antes de la hora a la que calculas que, justo, te permitirá llegar puntual.
- Párate y respira, date un paseo, estírate, deja de mirar el reloj constantemente, no estés cada minuto pendiente del móvil, libera estrés con un masaje descontracturante…
Los detalles son importantes
Las pequeñas acciones de la vida cotidiana se van acumulando en la espalda y las cervicales. Son cosillas que parecen no tener importancia pero a las que hay que prestar atención.
- Llevar el bolso, la mochila o el maletín muy cargados. El peso tira del brazo, del hombro y de toda la columna vertebral. Plantéate si es necesario llevar todo lo que llevas o puedes dejar algo en casa.
- Flexiona las rodillas en lugar de doblar la espalda. ¿Cuántas veces al día doblas el espinazo? Al poner la lavadora o el lavavajillas en marcha, para recoger algo que se ha caído o que has dejado en el suelo…
- Ponerse los calcetines y los zapatos o atarse los cordones también son gestos sencillos de la vida cotidiana que pueden afectar a tu espalda. Intenta hacerlo sentado, cruzando una pierna sobre la otra; en el caso de los cordones, agáchate flexionando las rodillas o apoya el pie sobre un taburete.
- Los tacones son grandes enemigos de la espalda y de las rodillas. Si te gusta llevarlos o te ves obligada a hacerlo, intenta compensar su uso con “días libres de tacones”.
Ten en cuenta que no es lo mismo llevar unos tacones altos y muy finos que un poco de tacón ancho o plataforma. Tampoco es recomendable llevar siempre zapatos planos ya que no ofrecen un buen apoyo ni para el talón ni para el arco del pie.
Tu bebé y tu espalda deben convivir
La postura en la que se da de mamar a un bebé puede ser la causante de punzantes dolores de cuello. A la hora de amamantar, la madre debe buscar la postura más cómoda posible e intentar no bajar la cabeza y llevar el mentón hacia el cuello ya que tira de las cervicales y terminará pasando factura.
El dolor de espalda puede también aparecer por malos hábitos al cambiar a tu bebé. Si es posible, los pies de tu bebé deben de estar siempre frente a ti para que no tengas que girar y retorcer la espalda mientras le cambias el pañal.
Cuando lo levantes en brazos, flexiona las rodillas y carga con el peso con todo el cuerpo, sin tirar de la parte baja de la espalda.