Tortícolis, dolor de cuello o cervicalgia
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A menudo muchos de nosotros nos levantamos de la cama con dolor de cuello que baja por la columna vertebral. El diagnóstico médico suele ser cervicalgia. A veces incluso no puedes mover la cabeza hacia los lados sin sentir un dolor profundo.

Si hay limitación de movimientos muy marcada se trata de tortícolis. Puede suceder por una postura forzada durmiendo, una mala almohada o un sobresfuerzo físico.

A lo largo del día, el dolor de cuello va subiendo hasta que lo sientes palpitar en las sienes, te resulta difícil concentrarte o trabajar con ese dolor de cabeza tan intenso. A veces incluso te mareas. Sabes que estás muchas horas sentado o de pie, probablemente en una mala postura, la verdad es que apenas te fijas, tienes demasiadas cosas que hacer en casa y en el trabajo. Y no eres el único, tus compañeros y muchos de tus amigos se quejan de lo mismo; te preguntas si no habrá algún remedio.

Las causas de la cervicalgia o dolor de cuello son múltiples: sobrecarga de trabajo, estrés, malas posturas o traumatismos.

La cervicalgia es una dolencia muy común hoy en día, en particular entre las mujeres. Su aparición está muy relacionada con la actividad física y con posturas incorrectas que provocan sobrecargas musculares. El caso más extremo es la cervicalgia crónica que afecta a un 10% de la población.

En cuanto a la tortícolis, suele presentarse como un dolor agudo en el cuello causado por una contractura muscular que se produce de forma inesperada cuando hacemos un movimiento brusco, sea en la cama, como sucede a menudo, o durante nuestra vida cotidiana. Solemos sentir un “latigazo” que, a menudo, nos  impide mover el cuello a derecha e izquierda.

Para prevenir el dolor de cuello, hay que intentar sentarse correctamente y evitar estar muchas horas en la misma postura

Hábitos desaconsejables


Hay una serie de costumbres que debemos intentar evitar para que nuestro cuello no sufra en exceso. Son pequeños gestos que van acumulando tensión en nuestras cervicales y terminan pasándonos factura:

  • Tener la pantalla del ordenador en una posición que nos fuerce a mantener el cuello en tensión hacia arriba o hacia abajo. Lo mismo sucede con la televisión, hay que evitar colocarla en un lugar demasiado elevado.
  • Leer o ver la televisión tumbados.
  • Sujetar el auricular del teléfono sin manos, entre el hombro y la cara, forzando el cuello.
  • Sentarnos en posturas inadecuadas prolongadamente.
  • Dormir boca abajo, sobre un colchón que se hunda o con una almohada inadecuada.
  • Manipular peso excesivo con nuestros brazos, al llevar bolsas muy cargadas. Si llevamos bolso debemos llevar poco peso y tenemos que cambiarlo de hombro de vez en cuando.
  • El estrés en el trabajo o en casa, la tensión del día a día o ir corriendo a todas partes afectan a nuestro organismo negativamente en muchos sentidos y, especialmente, a nuestras cervicales.

¿Qué podemos hacer para prevenir y aliviar el dolor de cuello?


Los pequeños gestos diarios son muy útiles. No es necesario dedicarle mucho tiempo pero sí poner atención y buscar soluciones para los malos hábitos.

  • Hay una serie de ejercicios que sirven para aliviar el dolor cervical, desde movilizaciones activas como la rotación, la flexión-extensión o la flexión lateral, hasta estiramientos del cuello. Nunca hay que forzar, los movimientos deben de ser lentos y siempre es conveniente que un profesional nos indique cuáles son los ejercicios más adecuados para tratar nuestra dolencia.
  • Debemos hacer pausas durante nuestra jornada laboral si es que trabajamos en la misma postura por períodos prolongados, dar un pequeño paseo o ir a beber un poco de agua. No más de una hora seguida sin descanso frente al ordenador.
  • El colchón sobre el que dormimos debe de ser firme y la almohada ni muy baja ni muy alta. La mejor postura para dormir es la lateral con las piernas semiflexionadas. La postura menos indicada es boca abajo. Para que los músculos se relajen, necesitamos dormir entre 6 y 8 horas.
  • Practicar deporte ayuda a mantener la salud de todos nuestros músculos, ya que éstos se oxigenan y mejoran su funcionamiento. Además la práctica de algún deporte ayuda a descargar el estrés. Tu fisioterapeuta te ayudará a elegir el deporte adecuado.
  • Los asientos deben de ser adecuados. Pasamos muchas horas sentados en sillas o sillones, en casa o en el trabajo, incluso en el coche. Lo ideal es que nos sentemos lo más rectos posible, con los pies apoyados en el suelo y a una altura adecuada respecto de la mesa. La zona lumbar debería de estar apoyada y relajada.
  • Una correcta alimentación e hidratación son importantes.
  • Para la tortícolis, el calor es muy recomendable. Una manta eléctrica o un paño caliente aplicado durante 15 o 20 minutos aliviará nuestro malestar. Siempre calor moderado. Un baño en agua caliente nos sentará maravillosamente.

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Cómo tratar la cervicalgia y la tortícolis

Si ya sufrimos cervicalgia, tortícolis o dolor de cuello, debemos seguir algún tratamiento. Los médicos suelen recetar antiinflamatorios y otros medicamentos que, a menudo, sirven más para enmascarar el dolor que para hacerlo desaparecer. Por el contrario, los tratamientos fisioterapéuticos tratan el origen de la dolencia para conseguir aliviar el dolor y que éste remita totalmente (o de forma parcial o temporal en los casos crónicos).

Aguantar el agudo dolor que nos produce la tortícolis y esperar que pase solo, como ha venido, no es recomendable. Un fisioterapeuta puede aliviar y tratar la tortícolis en unas pocas sesiones con masajes descontracturantes, movilizaciones suaves, estiramientos miotendiosos (musculares y de los tendones) y manipulaciones articulares.
Caminar o nadar, de forma regular, son los ejercicios más recomendables. No hay que pegarse una paliza cada vez que salgamos de casa sino tratar de mantener un ritmo constante y adecuado para nuestra forma física.

En el caso de la cervicalgia y el dolor de cuello crónico, la fisioterapia se dirige tanto a aliviar la tensión como a la reeducación postural. Por su parte, los tratamientos osteopáticos buscan las alteraciones estructurales entre el cuello y los hombros además de comprobar cuál es la elasticidad de los músculos afectados para trabajar sobre ellos y conseguir que la dolencia remita.