El bruxismo: qué lo causa, cuáles son los síntomas y cómo lo tratamos
bruxismo

El bruxismo es una patología bastante corriente que, sin embargo, en la mayor parte de los casos, no está diagnosticada. Habitualmente, nos referimos a ella de una forma muy gráfica como rechinar de dientes porque, al fin y al cabo, el bruxismo es el hábito de apretar o rechinar los dientes, de forma inconsciente, sea a lo largo del día o durante el sueño.

Muy relacionado con el estrés emocional, el bruxismo es cada vez más común, en estos tiempos en los que siempre andamos con mil cosas en la cabeza, yendo a todas partes deprisa y corriendo.

Las personas que padecen bruxismo suelen presentar altos niveles de ansiedad y frecuentes alteraciones en el estado de ánimo

En muchos casos, el bruxismo no se detecta hasta que aparecen serias complicaciones que lo desenmascaran. De ahí que sea importante conocer los síntomas, evaluar las causas y empezar a tratarlo lo antes posible.

Los síntomas más comunes

El bruxismo diurno es más sencillo de diagnosticar ya que el mismo paciente o las personas que le rodean pueden notar ese constante rechinar de dientes que le es propio –aunque no suele producir ruido, no nos lo pone tan fácil-. Otro gesto habitual es el de morder lo que se tenga a mano, sean las uñas o la tapa de un bolígrafo.

Es más complicado descubrir el bruxismo nocturno ya que, durante el sueño, no somos conscientes de lo que hacemos. El rechinar de dientes suele aparecer durante las fases de sueño ligero por lo que la calidad de nuestro sueño es un factor importante a tener en cuenta.

Si nos levantamos de la cama sintiendo dolor en la mandíbula o en los dientes y con la sensación de que la musculatura de la cara y del cuello ha estado trabajando durante la noche, es bastante probable que padezcamos de bruxismo. Suele ser habitual tener dolor de cabeza tanto al despertar como durante la jornada.

También podemos sentir dolor o pitidos en los oídos, encontrar dificultades en el juego de la mandíbula cuando abrimos la boca, tener especial sensibilidad a los alimentos y bebidas tanto fríos como calientes o padecer de insomnio.

El bruxismo se debe tratar a nivel físico y psicológico

¿Cómo lo descubrimos?

Si tenemos alguno de estos síntomas, debemos acudir al especialista, generalmente el odontólogo o dentista. El diagnóstico del bruxismo suele basarse en el estudio del desgaste de los dientes y de la tensión de los músculos faciales y de la mandíbula.

Durante la infancia, muchos niños, a partir de los 10 meses, pasan por una etapa de bruxismo que no suele prolongarse en la edad adulta. Puede deberse a estrés o angustia emocional por lo que debemos prestar atención a estos aspectos psicológicos.

La solución más extendida para el problema del bruxismo es la férula de descarga. Digo solución aunque, más bien, esta férula tiene un papel paliativo ya que no ataca el origen del problema sino que sirve para evitar que avance el desgaste de los dientes y aparezca cada mañana el dolor muscular, al menos mientras se lleve puesta.

Tratamiento del bruxismo

En el caso del bruxismo diurno, es muy importante la corrección de la postura. En este sentido, la fisioterapia nos podrá ayudar a reinstaurar el equilibrio de nuestro cuerpo y a mantener unos hábitos posturales adecuados.

Dado que el bruxismo está relacionado con el estrés, es interesante que nuestro organismo luche contra él y que mejor manera de hacerlo que liberando endorfinas, las hormonas de la felicidad, practicando algún deporte o ejercicio que nos guste.

Antes de acostarnos, conviene que realicemos algunos ejercicios de relajación de la mandíbula y de respiración diafragmática. Los movimientos deben de ser lentos, no es necesario apretar ni sentir dolor.

  • Suave masaje con los dedos dibujando círculos sobre la musculatura que está justo por encima del hueso de la mandíbula. También puedes dibujar una línea hacia arriba, con la yema de los dedos, desde ese punto hasta la sien.
  • Recorre con las yemas de los dedos los músculos faciales, desde el juego de la mandíbula hasta el mentón, incluyendo el espacio entre la nariz y el labio superior y entre el labio inferior y la barbilla.
Si sospechamos o sabemos que somos bruxistas hay que eliminar totalmente el consumo de chicle. Masticar constantemente chicle hace que sometamos a un estrés feroz a nuestras mandíbulas y puede agravar bastante patologías de la articulación témporomandibular. Lo mismo se puede aplicar al consumo de pipas.

Osteopatía y bruxismo

El osteópata tiene que hacer un análisis inicial de las limitaciones de la mandíbula y comprobar la rigidez de la musculatura de esa zona. A partir de ahí, el tratamiento se centrará en relajar los músculos afectados, recuperar la elasticidad perdida y desbloquear las alteraciones estructurales que puedan haberse producido.

El tratamiento fisioterapéutico y osteopático del bruxismo aborda el origen físico del problema. Seremos nosotros los que tendremos que ocuparnos de reducir los altos niveles de estrés y ansiedad que, probablemente, hayan sido los causantes de la dolencia.